Déjame mostrarte una pequeña parte de mi.

Un trocito de lo que soy.

lunes, 9 de abril de 2012

Cuento de ultima hora

Se agachó antes de que la viera. Estaba detrás de una barra muy larga y un camarero la miraba.

Le hizo señas para que se acercase y le dijo que no dijera nada. Él era italiano, mulato de ojos claros y labios carnosos. Ella entre toda la confusión tuvo tiempo de sentirse atraída por él.

Consiguió decirle que no quería que aquel hombre la viese, si, ese que había detrás de la barra. Y él la sonrió, se incorporó y siguió con su trabajo, eso si, sin dejar de mirarla de reojo a cada segundo. 

Cuando el tipo se fue ella, segura de si misma, le hizo señas a SU camarero. Siempre sabía cuando un chico se sentía atraído por ella y aquel en concreto la miraba de una forma muy significativa

Cuando estaba lo suficientemente cerca le agarro de la solapa y le besó. El la correspondió. 

Se levantó del suelo y se dio la vuelta, él la llamo, ella siguió adelante, sin volverse. 

De camino a hacer lo que había ido hacer se dio cuenta de que había sentido como si conociera aquel chico de toda la vida, y se arrepintió de no haber dejado ninguna forma de futuro contacto.

Cuando terminó de hacer lo que tenía que hacer, seguía dándole vueltas al camarero y fue hasta el bar. Cuando la vio la sonrió con la sonrisa más sincera que había visto nunca. Entre baso y baso sobre la barra la dejo una servilleta escrita, pero una de estas servilletas que son duras, consistentes, ese tipo de servilletas que la encantaban cuando era pequeña y siempre intentaba robar. 

Leyó lo que había puesto, estaba en italiano, pero como en un sueño lo entendió todo sin dificultad. 

"Se que volverás, o al menos lo espero y necesito decirte que ese beso, aunque se que puede sonar estúpido ha significado más para mi que todos los besos que me he dado en demasiado tiempo. ¿como lo has echo? ¿quién eres? y no, no me contestes, porque creo que me has enamorado y quiero descubrirte yo por entero, asique te lo suplico,      no desaparezcas así otra vez."

Se quedó mirando la servilleta con una sonrisa estúpida en la cara, no era inapropiado, no le sonaba a cuento chino porque ella había sentido lo mismo y no entendía porqué estaba tan segura, pero sabía que ya se conocían, sabía que ya habían tenido algo, sabía que no iba a desaparecer, porque todas las celulas de su cuerpo la empujaban hacer lo contrario.

Escribió un numero de teléfono en la hoja junto a un enrome gracias, se lo tendió a aquel mulato de ojos verdes y después de asegurarse de que lo había guardado, salió por la puerta del bar. 

Era navidad. 


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