Déjame mostrarte una pequeña parte de mi.

Un trocito de lo que soy.

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martes, 1 de mayo de 2012

Reencuentros en el Camino. Destino


Estaba sola, sentada a un lado del camino, llevaba mas de 3h andado sin descanso, estaba en el camino de Santiago.


Tumbada mirando al cielo, con la mochila al lado y la cantimplora en su mano se refrescaba dejando descansar sus doloridos pies. 


- Estúpidos pies, estúpida espalda - Pensaba mientras recuperaba el aliento. 


Se dio la vuelta, saco su cuaderno, su música, y comenzó a escribir. Se estaba reencontrando a si misma y aunque agotada, tenía ganas de seguir, de tener tiempo para ella sola y las nuevas experiencias, la gente que había conocido y todos los sentimientos que había sido capaz de sentir y que no conocía. 


No le oyó llegar. Tan abstraída como estaba solo se percató de su presencia cuando ya se había sentado a su lado. 


Ella levantó la mirada, él no había apartado la suya desde que la había distinguido a un lado del camino. 


Sus nombres no importaban, no hacía falta decir nada, ambos sabían que era el destino. 


A veces por las noches, cuando dormía al pie del camino se imaginaba encontrándose con él, sabía que si ocurría, cosa bastante improbable, no obviaría la señal, no la pasaría por alto, pues sería demasiado increíble como para hacerlo. Se prometía una noche tras otra, que si se encontraban no pensaría en nada, solo se dejaría llevar y asumiría que eso era lo correcto, pues no estaba en aquella travesía para sufrir, Dios o como quiera que se llamase, no les juntaría allí, así, para que luchasen contra sus instintos, para que sufriesen todo el camino. No. 


Asique cuando levanto su mirada, y le vio comprendió que todas las veces que había intentado luchar, todas las veces que se había alejado habían sido en vano. No habían tenido ningún sentido.Allí estaban los dos, reencontrándose en un recodo de un camino cualquiera, a pesar de todo, a pesar de todas y cada una de las trabas que se habían querido poner a lo largo de los años.


Dios no estaba dispuesto a dejarlos así, sin más y ese fue el instante en que ambos entendieron por que habían echo ese viaje, que había sido aquella locura y cabezoneria, de la noche a la mañana habían tomado una decisión que ninguno había entendido, y allí que habían ido, sin importar los compromisos o planes, pero en ese instante, en ese preciso momento supieron que ese era el suyo, que nada, jamás les haría dudar, porque habían tenido fe y allí estaban, reencontrándose para siempre. 


Ellá simplemente le abrazó y el abrazo duró todo que sus almas necesitaron para que se contasen todo lo que había pasado. Y cuando por fin se separaron, solo entonces, y no antes, ella le besó.




lunes, 9 de abril de 2012

Cuento de ultima hora

Se agachó antes de que la viera. Estaba detrás de una barra muy larga y un camarero la miraba.

Le hizo señas para que se acercase y le dijo que no dijera nada. Él era italiano, mulato de ojos claros y labios carnosos. Ella entre toda la confusión tuvo tiempo de sentirse atraída por él.

Consiguió decirle que no quería que aquel hombre la viese, si, ese que había detrás de la barra. Y él la sonrió, se incorporó y siguió con su trabajo, eso si, sin dejar de mirarla de reojo a cada segundo. 

Cuando el tipo se fue ella, segura de si misma, le hizo señas a SU camarero. Siempre sabía cuando un chico se sentía atraído por ella y aquel en concreto la miraba de una forma muy significativa

Cuando estaba lo suficientemente cerca le agarro de la solapa y le besó. El la correspondió. 

Se levantó del suelo y se dio la vuelta, él la llamo, ella siguió adelante, sin volverse. 

De camino a hacer lo que había ido hacer se dio cuenta de que había sentido como si conociera aquel chico de toda la vida, y se arrepintió de no haber dejado ninguna forma de futuro contacto.

Cuando terminó de hacer lo que tenía que hacer, seguía dándole vueltas al camarero y fue hasta el bar. Cuando la vio la sonrió con la sonrisa más sincera que había visto nunca. Entre baso y baso sobre la barra la dejo una servilleta escrita, pero una de estas servilletas que son duras, consistentes, ese tipo de servilletas que la encantaban cuando era pequeña y siempre intentaba robar. 

Leyó lo que había puesto, estaba en italiano, pero como en un sueño lo entendió todo sin dificultad. 

"Se que volverás, o al menos lo espero y necesito decirte que ese beso, aunque se que puede sonar estúpido ha significado más para mi que todos los besos que me he dado en demasiado tiempo. ¿como lo has echo? ¿quién eres? y no, no me contestes, porque creo que me has enamorado y quiero descubrirte yo por entero, asique te lo suplico,      no desaparezcas así otra vez."

Se quedó mirando la servilleta con una sonrisa estúpida en la cara, no era inapropiado, no le sonaba a cuento chino porque ella había sentido lo mismo y no entendía porqué estaba tan segura, pero sabía que ya se conocían, sabía que ya habían tenido algo, sabía que no iba a desaparecer, porque todas las celulas de su cuerpo la empujaban hacer lo contrario.

Escribió un numero de teléfono en la hoja junto a un enrome gracias, se lo tendió a aquel mulato de ojos verdes y después de asegurarse de que lo había guardado, salió por la puerta del bar. 

Era navidad.