Déjame mostrarte una pequeña parte de mi.

Un trocito de lo que soy.

sábado, 30 de abril de 2016

Mierda, soledad y lagrimas

Como el invierno, frío. Hace mucho que no escribo, digo más, que no me apetece escribir. Tengo curiosidad por saber como quieren fluir las palabras y como quieren desarrollarse, hacerse mayores hasta morir. 

Por una parte es sencillo. Quiero tu presencia, aquí, a mi lado, abrazándome mientras me acunas y me trasmites cuanto me quieres. La realidad, un muro, uno de gritos, absurdos, gritos de impotencia ante tu silencio, ante tu lejanía. Y es que no entiendes que cuando estoy sensible solo significa que te quiero más fuerte, que me apeteces más fuerte y que me dueles más fuerte. Significa que no puedo ser racional que no puedo entender, aceptar y llevar bien una vuelta a casa en silencio. Silencio exigido por ti, como requisito máximo para poder quererme. Porque no se que será si trauma, hormonas o locura, pero tu enfado me produce agobio, me preocupa, me llega al alma, me la agita y me la altera y después después...Después nada. Me pides que me calle, que lo deje. Y yo me pregunto ¿Como, como lo dejo? ¿Lo dejo y me resigno a tu silencio? ¿Lo dejo y me preparo para el golpe? ¿Lo dejo y acepto dormir sola? Si, sola, porque para estar en silencio acompañados hay que estar en perfecta sincronía, y si el enfado reina, ni sincronía, ni silencio en compañía. Solo dormir en una cama al lado de tu cuerpo. No entiendes que llevo demasiado tiempo sola estando contigo que te necesito más que nunca. 

Pero basta. Egoísmo puro el mio. ¿Como no ver que el agobio te ronda? ¿Como no entender tu necesidad de paz, de tregua de solo amor? ¿Como no aceptar callar para obtener una sonrisa mañana? PORQUE NO PUEDO. No te digo que este bien, ni te digo que este mal, te digo que cuando no lo hago, es porque no puedo. Y aunque se que lo necesitas yo necesito otra cosa. Y curiosamente no hay debate abierto, ni gritos ni, de hecho, una misera mención a que yo necesite otra cosa y tu no sepas dármela, no, todo el drama esta en que yo no pueda, en este momento, darte lo que y como lo necesitas. Y... Es una pena. Es una pena y lloro, lloro de impotencia de volver a estar sola aquí en esta cama sabiendo que estas a dos pasos, dos pasos insalvables esta noche. Dos pasos llenos de mierda. Lloro porque llevo todo el día pensando en esta noche, tan solo para que no exista. Y si no existe es no es por mi culpa ni por la tuya, es por no haber sabido darnos lo que necesitábamos cuando y como lo necesitábamos, y allí estábamos los dos, reclamando cariño, compresión y respeto. ¿Y que hemos obtenido? Mierda, soledad y lagrimas.