Déjame mostrarte una pequeña parte de mi.

Un trocito de lo que soy.

sábado, 7 de julio de 2012

FORTALEZA




Aquella chica había conocido a gente que la había echo crecer como persona, estaba relajada y feliz y no se dejaba impresionar con facilidad.

Por eso cuando alguien la impresionaba era de verdad. Era por la noche y reían, chicas jóvenes sin nada que perder, queriendo únicamente disfrutar y dejar atrás los malos momentos. Como todos hemos echo alguna vez.

La brisa hacía que la sensación de calor disminuyese hasta casi desaparecer, las conversaciones volaban en cualquier dirección y sin orden ni concierto, los distintos niveles de los vasos tenían en común su continua disminución mientras la euforia crecía. 

No había conocido gente como aquella en demasiado tiempo, que la quisieran por como ella era, con sus defectos y sus cosas buenas, no había sentido la confianza real en mucho tiempo y por eso cada atisbo de historia personal que afloraba a los labios de cualquiera era absorbida por ella cual gota de agua tras un duro día de calor. 

Le importaban, eso era lo que pasaba, pero no tenía la confianza como para presionar y sacar lo problemas a flote, no se creía en el derecho de tener su confianza.

Por eso cuando una de aquellas personas le dijo que estaba enferma se preocupo más de lo que lo había echo en muchos años. Era como imposible, el pelo al aire, las sonrisas, su forma de afrontar la vida eran algo que jamas hubieran demostrado lo que en ese instante se estaba diciendo. Enferma, y no precisamente de un constipado. Y ella lo contaba con la fortaleza de quien a asumido lo que hay y sabe que es lo que tiene que hacer. 

Ella sabía lo que era aquello, lo había visto en los ojos de la gente cuando ella hablaba de la muerte de su madre, y ella sabía que la gente pensaba que era fuerte, sin entender que no había fortaleza, era simplemente aceptación. Nadie le había dado a elegir si tener mal los pies, o la tripa o no tener madre pero ella lo asumía como algo más que estaba ahí y nunca se había considera fuerte por ello. 

Pero ahora era ella quien miraba con esa cara de asombro y respeto a la chica que tenía delante. Esa chica que no se había enfadado con el mundo por tener lo que tenía y no había decidido afrontarlo con una mala cara, esa chica que asumía todo lo que le venía sin cabrearse, sin ver siquiera la posibilidad de dejarse llevar por el enfado, la injusticia, o simplemente el miedo, porque puedo decir que eso es lo que más admiraba ella, la oía hablar y oía a alguien sin miedo, estaba segura de que en algún momento lo habría sentido, estaba claro, no era una diosa, pero sentir miedo no es el punto, lo importante es que no dejarle dominar tus días, que no te paralice impidiéndote ver más allá de él, y allí estaba ella, contándole su historia, entre vodka y caminantes sin interés, entre euforia y confidencias, entre confianzas y ganas de bailar y sin una gota de miedo.

Asique una impresionada chica salió de aquella noche, sin mayores intereses que los de crecer como persona y admirando la fortaleza de las personas que la vida había querido que encontrase y admirando la vida al darse cuenta de que si la gente que llevaba un peso más grande que el suyo sobre sus hombros estaba disfrutandola con más fuerza que ella, tenía la OBLIGACIÓN de ella hacer lo mismo.