Déjame mostrarte una pequeña parte de mi.

Un trocito de lo que soy.

martes, 17 de marzo de 2015

¿Será capaz?

Se dió cuenta de que era un sentimiento recurrente. A pesar de que solo fueran ecos de lo que habían sido sus ciclos femeninos, cuando entraba en la época donde antes solía sentirse muy sola y en la terminaba escribiendo más, ahora el  escribir acerca de viajar, salir, volar, ser libre, se había convertido en un tema que estaba presente todo el tiempo.

Quizás viajar no era la palabra. Más bien extrañarse a si mismo. Y llevaba extrañandose desde que había vuelto a Madrid en Septiembre. 

Quiere salir, quiere viajar, quiere sentirse capaz, o no. Quiere sentir la adrenalina de coger un avión, de llegar a un aeropuerto nuevo, a una estación de tren distinta a la habitual, de coger un coche y no saber hacia que dirección tirar, y a pesar de todo, LLEGAR. 

Parar, respirar, mirar la belleza oculta tras un cielo despejado, rasgado por la nubes. Ver la belleza de un árbol en el que despuntan los primero brotes, justo al lado de otro lleno de pequeñas flores blancas. Parar y girar 180 grados, con los brazo estirados y la cara mirando al cielo, por supuesto. Parar, y salir y respirar. Y salir y tomar el sol y pasear bajo la luz del día y correr y que aire frio te corte la cara. O salir e ir al campo a ver como las cosas verdes existen. 

Echa de menos andar bajo un cielo lleno de estrellas cuando vuelve a casa, echa de menos sentir las piernas fuertes y capaces de llevarla a donde ella quiera, echa de menos hablar con los árboles de camino a la universidad, echa de menos la sensación de estar en su sitio en el laboratorio, de saber lo que hace, de hacerlo bien. Echa de menos decir a tomar por culo, e irse a tomar por culo, con su mochila, su abrigo y su ilusión. 

Y es duro observarse y darse cuenta de que lo que la hace feliz es estar en el laboratorio todo el dia. No sentir que quieres irte. Y pensar y organizarse y hacer cosas todo el día. Y todas esas cosas que la gente normal llamaría estar explotado. A ella le gusta, le gusta ir en días de fiesta y estar allí con sus cosas y sus conocimientos nuevos. Pero es duro porque se da cuenta de que para ser feliz también necesita salir, irse a la mierda con sus cosas y su espíritu y viajar libre, como el viento, como ella sola es capaz de sentirse. Y para eso se necesitan días libres, tiempo, y dinero. Y ninguna de las cosas que necesita son posibles. 

¿Será capaz de encontrar el punto intermedio, la balanza perfecta? 

Y aqui esta, el tema recurrente otra vez. No he podido evitarlo.


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