Déjame mostrarte una pequeña parte de mi.
Un trocito de lo que soy.
viernes, 1 de febrero de 2013
53
Cincuenta y tres años.
Recuerdo cuando era pequeña y jugábamos en mi habitación con unos cuentos que eran para aprender que era por ejemplo un botón y tenías que buscar ciertas cosas y colocarlas en los dibujos. No se porque tengo precisamente ese recuerdo, pero se que es uno de mis favoritos.
También recuerdo la primera vez que no me salí dibujando, entonces llegó papa y yo corrí orgullosa a enseñarle mi super dibujo. Tu me habías enseñado.
Recuerdo las cosquis, las noches, cuando me subías el vaso de leche para dormir, cuando elegimos el nombre de Gustavo, cuando te sentabas conmigo y sin tener ni idea de piano tocabas conmigo la pieza solamente para hacerme entender que era posible.
También recuerdo la primera vez que te vi llorar, los paseos por Guardamar y tu forma particular de andar, recoger piedrecitas, y conchas, y millones de cosas que luego guardábamos como reliquias.
Cuando me llevabas al psicomotricidad y encontrábamos tréboles, cuando me traías palomitas a la salida, o cuando me enseñaste a tirarme de cabeza.
Y aunque en el día hay mil cosas que me recuerdan a ti, este año hacen ya 10... Y a partir del año que viene habré vivido lo mismo contigo que sin ti, y me queda mucha vida por delante.
Y me cabrea, me cabrea porque mi vida sería completamente distinta, me cabrea, porque teníamos derecho a ti, teníamos derecho a una madre de verdad, que se preocupase por nuestras cosas, y que nos mimase cuando lo necesitábamos a quien poderle contar las cosas, en mayor o menor medida, pero una madre.
Todos deberían tener derecho a una madre y a nosotras nos quitaron ese derecho hace mucho.
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