Déjame mostrarte una pequeña parte de mi.

Un trocito de lo que soy.

domingo, 8 de enero de 2012

Caminando por Madrid.




Ando por la ciudad. Las calles están llenas de gente y yo solo busco perderme entre el gentío. No tengo rumbo fijado, solo ando por andar.

Una persona me dijo una vez que la gente no tiende a mirar hacia arriba y se pierde muchas cosas, asique yo de forma consciente voy alzado regularmente la cabeza para observar las preciosas formas arquitectónicas de Madrid.

Se que no estoy sola, de echo estoy rodeada de gente cargada con regalos y bolsas, tanta gente que es difícil avanzar. Puedo asegurar que las ideas no pasan por mi cabeza de forma concisa para que pueda agarrarlas y darlas vueltas, mezclarlas y jugar con ellas. Simplemente es como si pasasen fugaces y difuminadas, de tal forma que sienta que están ahí pero no pueda analizarlas e intentar solucionar mis problemas.

Esto se traduce a mi forma de andar, voy mirando sin ver, pensando sin pensar simplemente camino por Madrid, sin ningún otro objetivo que el caminar en si mismo.

Mucha gente lo hace. Yo escogí el centro porque cuando esta tan lleno, la energía de la gente me llega, puedo sentirla y en estas fiestas suele ser una energía cargada de agobio, felicidad y prisa, pero hoy no me está llegando nada y estoy bagando como una zombie sin ningún sentido.

Cuando me fijo estoy recorriendo el camino que he andado tantas veces contigo, y me pregunto que pasará cuando lo recorra sabiendo que no estás. Igual eso no pasa nunca, pero por si acaso tengo buscar una ruta alternativa, pues tengo que tenerla en caso de necesidad, otras calles que no estén llenas de recuerdos y lleven al mismo punto.

Pero ¿cómo podré hacerlo? Todo Madrid es tuyo. Me paro en seco y me miro las manos. ¿Que haría si tu no estuvieras? No podría caminar como hoy lo estoy haciendo, como hoy lo estoy necesitando. Todos los días tendría que volver a casa por unas calles que son nuestras, que están llenas de cosas juntos.

¿Y qué sentiría entonces? Dolor, extrañeza, la necesidad de llamarte en la punta de los dedos, el ansia por escuchar tu voz en el fondo de mi corazón. ¿Y cómo podría luchar contra eso? ¿Que nos habría llevado hasta ahí y como luchar contra ello?

No quiero pensar en todo eso. Siempre que me imagino sin ti, se me hace un nudo en la garganta y temo que las lágrimas se resbalen por mis mejillas en el momento más inesperado.

Sacudo la cabeza y echo andar..mis pies me llevan hasta el Retiro. Hace frío y está anocheciendo, camino sin pensar, mirando los arboles que aún siguen verdes, y a las parejas que caminan sin mas propósito que estar juntos. Cuando me doy cuenta estoy en el palacio de cristal. Es mi sitio favorito del Retiro, siempre me llena de extrañeza pero cada vez que paso admiro la belleza del sitio y extraño todo lo que he pasado allí.

Me siento confusa y voy a sentarme al banco, pongo mi mochila contra el reposa brazos y subo ambas piernas encima de el, me reclino contra la mochila y miro hacía el lago. Simplemente veo como va anocheciendo y como van encendiendo las luces de los alrededores y como la oscuridad se apodera el agua en calma. Los arboles toman un aspecto más tétrico y yo sin embargo me siento como en casa. Hace viento y no solo disminuye la luz, la temperatura baja y me acurruco contra mi misma. Hecho en falta calor humano. 



No se cuanto tiempo he pasado mirando el agua, los arboles y todo lo que me rodea sin pensar en nada. No he conseguido aclarar mis ideas. Decido irme a casa y dormir un rato, creo que es más tarde de lo que había pensado.


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