Närä-2

Salí del umbral de mi casa, me dirigí al bosque, entrando por la pequeña abertura que había entre dos grandes Meries cuyas ramas se enredaban unas con otras.

Era mediados de verano, tan solo llevaba una ligera túnica de color verde claro a conjunto con mis ojos, que aquel día, estaban más claros de lo habitual en mi. Llevaba el pelo recogido con unas pinzas de nácar blancas que destacaban con mi pelo, por aquel entonces en “estado de transito”. Seguí caminando en línea recta durante un buen rato, quizás 20 minutos, hasta que llegue al arroyuelo que atravesaba el bosque. A lo largo de mis 16 años en aquel lugar había formado un pequeño paso, con piedras, bastante seguro, por el cual podías pasar sin mojarte siquiera las ligeras sandalias blancas que llevaba en aquel momento.

Llegue al Sirsee y como siempre que llegaba a ese punto note mi presencia en el aire, la notaba siempre que traspasaba la barrera mágica que había creado alrededor de Mi doha; todos los Nires teníamos un pequeño espacio, solo para nosotros, lo llamábamos Doha era un lugar en el cual tenias tu cosas mas intimas, donde podías tener intimidad total. Todos los Nires respetábamos los Dohas de los demás, pero los que gozábamos de magia, lo protegíamos con un pequeño escudo, que tenía una parte de nuestra alma, que tenia conciencia, que nos conocía y que nos permitía el paso a el Doha, o bien a nosotros, o bien a cualquier persona a quienes permitiéramos el paso.

Era yo, una persona extraña, normalmente los Dohas estaban construidos en casas sobre árboles, pero nada más, pero no eran todo un prado, con calita que daba al mar y todo. No, eso era sin duda, de lo más inusual.
Llegue allí y subí por las escaleras que yo misma había colocado para ser capaz de llegar hasta la parte superior del Sirse. Me había echo una casita, de madera en las ramas mas altas de aquel árbol y llegaba hasta ella mediante unas escaleras encajadas en él.
Me estaba quedando dormida, cuando, Lees llego hasta mi. Era un Lacs, eran unos animalitos adorables, y no conocía a nadie más que yo, que hubiera estado cerca de uno, bueno, más bien que consiguiera estar a menos de 100metros de uno, acaso que estuviera gravemente herido. Pero, aquel estaba en mi Doha cuando llegue un día, y aunque me quede asombrada, le ignore, pues di por echo que no podría acercarme, pero para mi sorpresa, fue ella la que se acerco hasta mi, y desde entonces, la dejaba comida, y la había puesto nombre, Lees.
Los laks, eran animales grandes para nosotros, median unos 20 cm de alto, y eran completamente blancos, además eran fuertes y musculosos, por no mencionar que se movían con la luz; tenían un pelaje muy caliente en invierno y ligero en verano, unos grandes ojos negros con la pupila morada muy oscura (por lo menos Lees) y comían de todo, desde hojas hasta pequeños animales.
A Lees la encontré ara, unos 5 años, cuando tenia 10, y no se porque pero siempre tuve una capacidad especial para hablar con los animales, y poco a poco, con Lees había conseguido algo parecido a mantener cortas conversaciones, me traía comida muchas veces, de los animales que cazaba y dormía muchas otras, con ella. No hablaba como hablo con las demás personas, si no que percibía sus sentimientos, eran más que palabras, sensaciones que ella me trasmitía a veces con imágenes era un lenguaje mucho mas completo.