Déjame mostrarte una pequeña parte de mi.

Un trocito de lo que soy.

domingo, 26 de julio de 2015

Tenía dos yos.

Tenía dos yos. Siempre los había tenido, pero solo uno se veía. Puede  que quizás no siempre, quizás solo desde el día en que ella se fue y eso fue tan pronto que era como si siempre hubieran estado ahí. La otra Celia había aparecido en respuesta a la pérdida, al sufrimiento a la soledad. La necesidad de creer en la magia, en lo no tangible había entonces surgido tan clara y nítidamente como una realidad y jamás había dudado de ella. Puede que entonces fuera solo una manera de sobrevivir a algo por lo que demasiada gente pasa y no deberían. Puede que entonces solo fuera un concepto de vida más allá de la muerte, de existencia en el más allá, pero poco a poco y con los años esa idea había evolucionado, había cobrado forma de creencia propia. Diferentes motivos habían contribuido a ese cambio y sabía que aún quedaban muchos otros por ocurrir que iban a determinar la forma final de esa creencia, de esa forma de vida. 

Desde pequeña había creído en la magia, la magia era una manera de vida, una filosofía que solo aquellos que creen en ella entienden. Es creer en lo imposible, lo que esta más allá de la razón y del entendimiento, lo que tan solo aquellos que creen entienden. No se basa en hechos científicos, ni en la razón. Está en la intuición y en la percepción, está en el corazón. Y puede que a muchos les suene a cuento chino, a timo y estafa, pero no es así. Nada que provenga de uno mismo es una mentira. 

Ella, científica, desde que nació también, ella, la que si dios quería sería la primera doctora de la familia. Doctora en bioquímica, en ciencia, creía que había algo más allá de los hechos científicos, de lo tangible, de lo comprensible. Ella que buscaba en su vida los porqués, ella, ella tenía fe. Y esque aunque nadie lo creyese, sabía, como sabía que el sol sale y se pone todo los días, que su madre estaba ahí, y que había estado desde el día de su muerte. Mucho más presente antes, si, pero estaba. 

Quería creer que en algún momento de su vida, el yo predominante sería, aunque fuese momentáneamente o por un periodo de tiempo, el mágico, el espiritual, el creyente. Tenía la creencia interior de que tenía algo que descubrir de ella misma que aún no sabía. Que en algún momento su vida le iba a dar un respiro de ciencia y la iba a permitir ir a descubrir aquello que era necesario que supiera. Tenía fe en ello y quería creer que esa fe iba a ser suficiente.