Déjame mostrarte una pequeña parte de mi.

Un trocito de lo que soy.

sábado, 12 de abril de 2014

Para un polvo. Para toda la vida.



- Has retrocedido. Lo has hecho. 


- Si, he retrocedido.
 Aunque no creo que tanto.
 ¿Sabes?, 
creo que es más por la semana que es que por lo que ha pasado.


- Es probable. 


- Pienso, 
que cada vez que es invierno me siento sola, 
siento que nadie me quiere, 
y por encima de todo tengo la sensación de que tienen razones para ello. 
Siento,
 que me engaño a mi misma diciendo que mi manera de ser es válida. 


Me critico,
 me adapto a las normas,
 y me hago daño a mi misma.
 Cedo al peso de la sociedad, y encajo con lo que se espera de una "señorita". 
Al menos en mi cabeza. 


- ¿Y qué se espera de una señorita? 


- Se espera que 
"se quiera más a si misma que a nadie"
 que, no sea 
"facil".
 Que no sea, en palabras vulgares,
 una zorra. 


- ¿Y por qué habrías tu de sentirte así? 


- Hay mucha gente que me considera una zorra. 


- ¿Y tu? ¿Te consideras una zorra? 


- En días como hoy no estoy segura. 

Pero no es justo.

 Hay mujeres de todos los tipos, colores, maneras
. Creo que la sociedad en la que estamos nos encasilla, 
se basa en ideas prefijadas, 
 no distingue.

 Para mi no hay zorras.
 Estaba tratando de definir a una. Pero no he sido capaz. 

Considero, que más allá de cualquier cosa,
 una mujer puede hacer lo que quiera,
 cuando quiera
 y como quiera. 
Con su cuerpo,
 con su alma, 
con su vida. 
Sin ser juzgada.  

Básicamente lo que piensa 
"todo el mundo".
¿Todo el mundo?
No. 
No todos son capaces de lidiar con la libertad sexual sin juzgarla. 
Solamente porque no son capaces de entenderla, la juzgan. 
Y a mi me parece estupendo que una mujer,
 a los 22años,
 no se haya masturbado nunca. 
Si no lo entiendo,
 por lo menos lo respeto.

 Pero aquí, es como con las religiones.
 Hay quien es capaz de respetar al resto de personas con ideas distintas y quien no.
 Y digo yo,
 esto es como todo.
 Están quienes tienen sus propias ideas y respetan al resto.
 Estan los de un lado, 
que critican a los del otro, 
y los del otro que hacen todo lo que hacen para probar a los "conservadores" que ellos no forman parte de su grupo.
 Estupidos ambos.
Según mi opinión, 
claro.

Pero me desvío del tema. 
No, 
creo que fui una zorra, 
creo, 
que predicando lo que predico es complicado no actuar como tal en ciertos casos. 
Y es que una zorra solo puede serlo una para una misma. 
Si has hecho algo que te ha hecho sentir así, 
entonces en ese momento actuaste como tal.
 Pero no el resto de las veces.
 Y es que,
 como iba diciendo,
 cuando predicas con el amor libre, hasta que el de verdad llega, juegas con desventaja. 


- ¿Y por qué demonios ibas a jugar con desventaja? 


- Porque si eres pura y casta,
 casi como la virgen María,
 y cuando conoces a alguien al instante siguiente ya le tienes un "respeto" tal que eres capaz de hacerte infeliz renunciando a otras personas por tal individuo.
 Entonces, 
si dicho elemento llega a ser alguien a quien de verdad respetas, 
de corazón,
 y por quien no existe la palabra renunciar
 entonces, 
no habrás tenido oportunidad de herirle,
 de estropearlo,
 de estar con otro.

Con esto quiero decir,
 haciéndote infeliz a ti,
 en la sociedad en la que vivimos, 
te aseguras un quizás basado en algo ficticio que no eras cuando lo llevaste a cabo. 
Y eres una zorra por tanto, 
cuando no te haces infeliz a ti misma por no herir a alguien que debería ser lo suficientemente importante. 

¡Pues no! Lo siento.
No lo respeto. 

No respeto el sentimiento de culpa derivado de que alguien no te importe lo suficiente.
¡Pues claro que no! ¡Si no te conozco! ¿Como iba a quererte?
Y es que es así. 
Cada persona tiene un tiempo, una reflexión, un motivo. 

Mi reflexión fue un error. 
Fue un error no significa que lo fuera, significa que surgió de él. Se convirtió en él. 
Un error que me hizo sentir como una PUTA. 
Y por lo tanto significa, basándome en mis palabras, que lo fui. 
Lo fui para mi y lo fui para él, y esas son todas las personas implicadas en el asunto. 

Fue un error que oculte de vista al público. 
Pero alguien me dijo una vez.
"Miente a todo el mundo, pero nunca te mientas a ti misma." 
Y así lo hice. 
Él, probablemente crea que no me importó. 
Pero importó lo suficiente como para basar en él toda mi manera de vida. 

Y es que me prometí a mi misma, 
que cumpliria las normas sociales ya que en ellas queda determinado que no es engañar si no te has comprometido primero. 
Y así lo prometí, y así lo hago. 
A riesgo de parecer una zorra, prefiero no ser una nunca más. 
Al menos no una para mi. 

Y habrá gente que siga sin respetar mis decisiones.
Pero es que no entienden que mis decisiones no son tal. 
Son sentimientos. 
Y ellos que se creen tan puros. 
¿Es más verdad estar contigo sin estar con otros porque es lo "correcto"? 
¿Es más verdad, cuando tu cuerpo esta caliente, cuando tu cabeza no deja de pensarles? 
¿Es mas verdad solo porque no les disfrutes? 
¿El no disfrutarles hace menos cierto el hecho de que les deseabas, de que te atraían? 

¿Y quien te consideras? 
Para juzgar a alguien primero deberías haber vivido su vida, 
Y dime 
¿Acaso es eso posible? 

Y asi quedan, 
las cartas sobre la mesa y los sentimientos en el corazón,
 que es donde deben estar. 

Y ya no hay más mentiras. 
Porque ya sabes, todas esas veces que te sentiste engañado, 
era solamente yo, haciendome infeliz en un momento,
por ti. 

Y si te sentiste engañado, es porque tuviste la capacidad de sentir, 
que no estabas siendo lo suficientemente importante como para ser el único, 
en mi cabeza. 
Nada más que en mi cabeza. 

Porque lo que no entendiste jamás es que cuando el amor esta.
No es infinito, 
duradero, 
perfecto, 
imbatible, 
es humano y es amor.
Y por tanto no lo traicionaría jamás. 
Pero sentir, 
sentir no es jugable, 
no se puede controlar. 
Pedir a alguien que no sienta 
 que no actue en consecuencia, en nisiquiera un 1%, 
es pedirle que renuncie por completo a si misma.

Y tu jamás te sentiste traicionado por los actos. 
Te sentiste traicionado por los sentimientos. 
Y me juzgaste. 
A pesar de que era completamente tuya. 
A pesar de que, 
aunque no lo entiendas, 
te elegí a ti antes que a mi, 
todas las veces. 

Y es que. 
después de mi error, 
y después de ti. 
Se lo que es querer, 
y se lo que es ser una zorra. 
Y también se lo que es renunciar y hacerse infeliz.
Y ninguna de estas cosas va a pasar. 
No gracias a mi. 

Inclusive si, 
como ya he dicho, 
me hacen parecer "alguien para un polvo" 

Y te invito, 
si tu, 
cualquiera

Ven, 
disfrutame, 
dame morbo y vida,
pero mucho morbo, 
que he descubierto que no soy una zorra
es solo que me encanta.

Exacto. 
El morbo. 

Y no me pidas que renuncie a mi felicidad por ti. 
Y llegará un momento, 
si lo aguantas, 
si ME aguantas, 
que verás la otra cara. 

La de para toda la vida. 





jueves, 10 de abril de 2014

miércoles, 2 de abril de 2014

Mis amigos

Verde, era piedra verde. Un iglesia verde, confundida con la naturaleza; justo allí, rodeada de árboles de verde corteza, verde apariencia y verde corazón. La camaleónica iglesia se asentaba justo al lado del edificio rojo con bóvedas azules. ¿Cómo podían encajar juntos? ¿Como los rojos ladrillos podían convivir junto con la enmohecida piedra de la iglesia?, ¿Como?. Y sin embargo ahí estaban, separados por un pequeño sendero que conducía torcido hasta un sauce llorón, sin ramas verdes, desnudo. Era invierno, era el norte, allí no gozaría de muchos meses de verde vestimenta en las ramas, de lágrimas colgantes tambaleándose al son del viento. Allí pasaría la mayor parte del tiempo desnudo dejando ver solo su estructura.

Pero nos olvidamos del callejón de las damas blancas junto al puente de las estrellas. No mucho mas lejos un puente cruzaba el río, un puente que tiene a un lado la vista de la ciudad, con la inmensa catedral iluminada, impotente, magnífica, simple y llanamente, patrimonio de la humanidad. Y al otro lado una hilera de árboles que se suceden, uno tras otro, hasta que la vista no da mas, bordeando el río. Arboles de diferentes colores, uno concretamente, amarillo, tanto en verano como en invierno, sin mas color que el aportado por sus ramas y no sus desaparecidas e invernales hojas. 

Y el callejón. El callejón es una maravilla. Presidido a ambos lados por damas blancas, árboles con millones de flores que se han atrevido a asomar su cabecita pensando que empezaba la primavera. Durante una semana cada día las damas mostraron orgullosas a sus pequeñas y recién nacidas hijas, y cada vez que pasabas y el viento acudía a saludar, te encontrabas rodeado de pequeños puntos blancos, flotando a tu alrededor, casi como si nevara. Pequeñas y viajeras hijas, ya no coronan al callejón. Demasiado débiles para perdurar durante el mal tiempo, mostraron sin embargo, cuan bellas pueden ser sus madres, mostraron, en un breve destello, lo que la primavera va a suponer. 

Y es que me voy a enamorar, profunda y completamente cuando llegue. Las flores silvestres asoman, largas y amarillas en casi cualquier parte, aportando un poco de color al gris Durham de los ultimos dias. Y a pesar del mal tiempo, cuando camino, los árboles me enseñan sus trofeos, pequeños brotes, pequeñas flores, tintineantes, nuevas. Y es que no puedo evitar sonreir, girar, saludar a cada una, mirar a los mismos arboles un día tras otro viendoles renacer, poco a poco pero inexorablemente. Y es que están vivos, y hablan conmigo, y son lo que me hace sonreír cada día durante la ida y durante la vuelta, los que me hacen sentir que había un motivo por el que venir aquí, aunque no hubiera sido más que admirar la silvestre belleza que me rodea cada dia. Aunque no hubiera sido más que poder contemplar las estrellas en medio de el puente, justo después de andar por el sendero divisorio entre el rojo y el verde. Aunque no hubiera sido mas que  poder admirar a la osa mayor encaminando el callejón de las damas blancas. 

Todos ellos están juntos. Hay, sin embargo, otros lugares mágicos, como los bosques o las escaleras sombrías donde a pesar de ser un día soleado siempre hay penumbra. O el puente del castillo, donde puedes ver la catedral y el castillo como realmente son, dos vecinos cercanos pero lejanos al mismo tiempo. Uno ideado para proteger, otro para alardear, para denotar poder, riqueza. Y ahí están, lejanos, pues sobre el puente se aprecia la distancia que no es apreciable cuando estás entre ambos, a ras de suelo. Es un ejemplo magnífico para entender como hay que alejarse de las cosas para verlas con perspectiva. Y es que hay veces que las cosas son tan grandes que nos impiden verlas tal y como son. El puente de la perspectiva, si, así será denominado en adelante. 

Y es que aquí me encuentro, caminando cada día con una sonrisa, aunque solo en el breve lapso de tiempo que la naturaleza me hace sonreír aunque regrese tras un día de agotador trabajo. Siempre hay belleza que admirar a mi alrededor que me hace sentir, últimamente que nadie es capaz de ver el brillo de mis ojos al mirar la flores. Que nadie se percata, sonriendo, de cuando bailo mientras camino o que nadie admira que me de media vuelta y camine de espaldas para poder mantener a la vista un poco mas la belleza del callejón en el centro de la hilera de árboles de colores bordeando al río. 

Y es que parece que echo de menos pasear con alguien que sea capaz de mirarme y ver mas allá de la chica morena llena de capas de ropa que camina a su lado. Echo de menos, recuerdo, echo menos, pienso, razono, no dejo de echar de menos pero entiendo, pero vuelvo a recordar o hablar o a lo que sea y me encuentro paseando soñando despierta, ando imaginando historias, una y otra y una y otra otra vez, sin descanso. Pero es que la naturaleza siempre fue amiga de la imaginación y como diría Ana de las tejas verdes, no merece la pena una vida sin imaginación señorita Celia. Asi que asi estamos, enamorada perdida de mi camino a casa y simplemente perdida en lo que respecta a mi cordura.