Cuando no tienes ni un segundo para respirar, cuando, como sombras siempre hay alguien junto a ti, cuando su posición varía en función de la hora del día, entonces no puedes ser cosciente de que las paredes no te reconocen, de que los arboles son demasiados y que las gotas de lluvia son extrañas descendiendo por tu cuerpo.
Cuando la música de los pubs resuena en tus oidos, cuando los idiomas se apoderan del ambiente y los cuerpos danzan, entonces no eres cosciente de que ninguna de esas lenguas es la tuya, de que no es el lenguaje secreto que llevas hablando años con tus amigos, de que los movimientos inconexos de los cuerpos no son reconocibles por tus ojos, pues no estan en tus recuerdos, son solo una novedad delante de ti, como todo lo que estas viviendo.
Cuando el ruido cesa, cuando los cuerpos, tus cuerpos, los que tu recuerdas, quieres y añoras, siguen con sus vidas, cuando te paras a mirar y te das cuenta de que quizás no te extren y que seas tu quien más eches de menos, entonces miras a las paredes y tratas de hacerlas creer que no eres solo un extraño, que siempre estuviste ahí, pero no es verdad, y por mucho que las vistas con tu antigua vida, cn fotos, recuerdos, por mucho que trates de engañarlas con tu olor, ellas saben que no eres el de siempre, pues nunca hubo uno.
Asique baja la gurdia, dejate llevar, que las sabanas sean tus únicas amigas pues ellas conocen los secretos de tus sueños y son capaces de qeurerte, bajo ellas te sentiras segura, querida quizás mientras no salgas de ellas sentiras menos la soledad.