Cuando vio lo que era la amistad de verdad entendió que debería ser el amor, sin esperar nada, siempre agradeciendo y sorprendiéndose, teniendo libertad total y sin sentimientos de culpa por todos lados. Entendió que el amor debería ser libre mas allá de las palabras, mas allá del no pedir, o de saber que así debería ser.
Con su amigo no tenía que pensar, no reclamaba nada, no esperaba nada, añoraba, de corazón, probablemente mas que a cualquier persona en este momento, pero sin embargo cuando sabía de el, solo podía sonreír, no sentir nada negro y oscuro por dentro.
Y se pregunto que era lo que cambiaba, que hacía diferente a un amigo que la conocía mejor que a si misma y un chico nuevo que le gustase. ¿Donde estaba el cambio? ¿En el sexo? ¿Todo se remitía a la parte física? no podía creerlo, ¿acaso no tenía miedo de perder a su amigo? ¿acaso no le echaba de menos?
Sabía como debía sentirse el amor, idílicamente hablando, pero sin embargo no podía dejar de sentirlo distinto, y es que en cuanto te gusta alguien de verdad todo cambia y por mucho que quieras no puede sentirse igual.
Aun así, sabía que no dejaría de intentarlo. Al menos el tiempo que quedase.