El corazón me latía por encima del ritmo normal, y un dolor en el estomago eran los síntomas mas claros de que estaba nerviosa.
Introduje la llave en la cerradura y entré a la frescura del portal, afuera hacia demasiado calor, y en la penumbra se estaba mejor. Mire a mi alrededor, ya lo había echo antes, pero no me acostumbraba a entrar en aquel portal.
Me dirigí a la zona de buzones y abrí el nuestro.Nuestro. Nada, volví a cerrarlo y me encamine hacia el ascensor maleta en mano.
Todo era de madera, y las alfombras que cubrían el suelo eran mullidas y estaban gastadas.
El ascensor llego, entre y pulse el botón más alto.También era antiguo y no muy grande pero mi maleta y yo cupimos sin problemas. A mi espalda la puerta y al frente un gran espejo, perfectamente limpio. Me mire, sonreí y ya no deje de sonreír.
Llegamos a lo más alto, las puertas se abrieron salí y me avance por el pasillo hasta la puerta C.Busque la llave y la introduje en la cerradura, me costo un poco abrir la puerta, aun no estaba acostumbrada y por un momento pensé que no iba a poder abrirla, pero entonces cedió y entre, cerré la puerta y me dedique a mirar.
Una estancia cuadrada, con 3 ventanas dignas del centro de Madrid en la pared que quedaba frente a mi. La mas escorada, a la derecha iluminaba un espacio destinado al salón. Dos sofás, no muy grandes colocados en esquina y mirando a la pared derecha, a la televisión, nueva, colgada en la pared. En el suelo una alfombra sobre la que había una pequeña mesa cuadrada y baja, de madera con un par de marcos de fotos.
En la misma pared de la televisión pero en la esquina donde no estaba la ventana, había una pequeña mesa con un ordenador, una butaca de cuero,tan blandita que daba gusto tirarse horas sentada en ella y una estantería con los libros y archivadores que cada uno necesitaba, por supuesto teníamos repartidos los estantes al igual que teníamos cada uno una de las baldas que habían colocadas justo encima del PC.
A decir verdad la mesa no era muy grande, pero era suficiente para una persona.
Si mirábamos hacia la otra ventana lateral, la situada a la izquierda nos encontrábamos con una cocina. La encimera partía desde poco antes de la ventaba, doblaba la esquina izquierda y avanzaba hasta llegar a la nevera, ultimo mueble antes de la pared del pasillo que sobresalía un poco para delimitar mejor la estancia. En la pared de la ventana estaba el fregadero, y en la parte central de la pared izquierda estaba la vitro.Pegado a la nevera habíamos colocado un microondas, y habíamos puesto ganchos a lo largo de la pared desde los cuales pendían los utensilios de cocina. En un punto había cajones y en otro estaba la lavadora.Pegada a la encimera habíamos puesto la basura.
La estancia quedaba cortada por una mesa no muy grande, una mesa con dos sillas y un pequeño y alargado jarrón con un par de flores en el centro.Era la mesa donde comería en mi futuro inmediato.
Rabiamos pintado la pared de la televisión y la mesa, de rojo, las cortinas eran color carmesí con adornos beiges recogidas en argollas que colgaban a ambos lados de la ventana central y la del salón. La ventana de la cocina en cambio tenia un par de cortinas cortas beiges recogidas también a los lados de esta, pero con cintas rojas formando un pequeño lazo.
Ambas mesas eran de madera oscura, y el suelo era de madera, jamas sabría decir si era parqué, u otro tipo de suelo que se hace con madera igual. No importaba, era cálido, se podía andar descalza tanto en verano como en invierno y era un buen aislante.
Abrí la venta central y me asome a la minúscula terraza de menos de 20cm que ofrecía aquella ventana y miré a la calle. El centro, los altos edificios, el gentío pasando por debajo de mi y la brisa cálida del verano. Cerré, hacia demasiado calor a pesar de ser las 7 de la tarde.
Avancé por el pasillo que quedaba a la izquierda de la puerta y mire los cuadros que comenzaban después de la estantería y se adentraban en el pasillo. Al final de este estaba un pequeño armario donde habíamos colocado la ropa de cama, las toallas y unas cuantas perchas que sujetaban los abrigos.
Entré a la puerta de la derecha, nuestra habitación. Una gran ventana se mostraba frente a mi y presidiendo una cama de matrimonio. Habíamos cambiado las puertas de la ventana para que hiciera a su vez de cabecero de la cama.
A cada lado de la cama una mesilla. La derecha era la mía y encima de ellas habíamos dos pequeñas estanterías. A ambos lados de la cama había dos alfombras que partían desde la mesilla y llegaban hasta el pie de la cama. Bajo esta, un zapatero. Tirabas y salían los zapatos, era algo que me hacia mucha gracia.
La puerta no partía la pared a la mitad, el lado derecho era mucho más grande y era donde se encontraba el armario, había sido lo más difícil de dividir. Al otro lado un espejo de cuerpo entero pegado a la puerta y en el pequeño espacio que quedaba desde el hasta la esquina había dos estantes en forma de cajoncitohabía dos tiradores para que pudiera colgar los colgantes.
En la pared izquierda había mas colgadores donde estaban los bolsos y las carteras.
La pared de la cama era azul marino y el edredón y los cojines en tonos de azules mezclados con grises y plateados. En las paredes izquierda y derecha había cuadros y las alfombras eran suaves y cálidas.
Deje apoyada la maleta contra la pared, me di la vuelta y entre al baño. Era pequeño, pero tenia una ducha a la derecha con una ventana, un lavabo enfrente de la puerta y un váter a la izquierda. Estaba adornado con colores claros pero con detalles rosas y morados.El mueble del espejo era de madera y era bastante grande, con lo cual nos permitía guardar bastantes cosas.
Me lave la cara, me seque y me dispuse a guardar la poca ropa que aun no me había traído. Cuando sacara la ultima prenda estaría definitivamente viviendo allí.
Estaría viviendo allí, contigo.
Quiero que no sea solo una historia, quiero que se haga realidad.